
Me voy a tomar el atrevimiento de llamarte amiga, aunque apenas somos conocidos.
Eres una de las primeras personas catalanas que conozco, amable, siempre risueña, siempre dispuesta a dar una mano, siempre ayundando a los demás, primero los demás, luego tú.
Con esa mirada tuya tan limpia, con las palabras justas, con el consejo oportuno.
Sin hacer jamás una distinción ante la procedencia o color de piel, siempre te han importado las personas, no su envase o su condición política ni la fe que profesan.
Una madre que más que madre eres amiga, compinche, compañera.
Y cuando te veía con él (hace mucho ya que apenas nos vemos) al mirarlo en tus ojos se veía ternura, esa ternura que sólo la produce el amor, el amor de mujer, de esposa, de amante, de compañera.
Hoy la vida te pone otra prueba, aún mucho más dura que las anteriores y mira que te he visto salir de varias, en el tiempo que llevo de conocerte.
No sé si es justo esta la más dura, pero quizás sea la más dolorosa, la más difícil.
No suelo ir a una iglesia, aunque soy creyente, pero a menudo busco mis momentos de soledad e intimidad y a mi manera suelo hablar con Él.
Pocas veces de las miles que lo he hecho, sobre todo en momentos pero que muy difíciles, me ha fallado, será causalidad o cuestión de fe, pero muchas veces Él me ha llevado en sus brazos.
En esta oportunidad le hablaré de tí, amiga mía, del trago amargo y duro que hoy te toca vivir, que mire por tí y por él.
Quisiera hacer mucho más, muchísimo más, por ejemplo, ir a tu casa mañana y darte en un abrazo toda mi energía, todo mi cariño, ese cariño y ese aprecio que tú te has ganado por ser como eres: una persona, una mujer formidable.
Me gustaría, te lo juro, hacerlo, pero tú y yo hemos hablado cientos de veces, me agrada mucho hablar contigo por que eres una enciclopedia abierta y siempre dispuesta a dar todos tus conocimientos, pero nunca te he dicho todo lo que te aprecio, todo lo que te valoro por lo que has hecho por personas a las que quiero mucho.
No te diría nada, simplemente te abrazaría en silencio y muy fuerte, en un intento de darte todo el valor, toda la paciencia, toda la entereza que vas a necesitar, no tengo palabras para expresar lo que siento al saber lo que estás viviendo amiga mía.
Esta puta vida no puede ser tan puñetera contigo ni con él, no se lo merecen bajo ningún punto de vista, pero siempre es igual, aquellas buenas personas son justo las que la vida más las putea.
Si Dios quería ponerte una prueba más, pues he de decirle a Él que se le fué la mano, que se equivocó de persona.
Amiga, lo único que me reconforta es que no estás ni estarás sola, he leído que son muchas las personas que intentan ayudarte.
Yo intentaré hacerlo a mi manera, no sé si leerás esto, pero si lo lees, quiero que sepas que en lo más profundo de mi corazón siento todo esto que te pasa hoy y que, insisto, hablaré con Él, a mi manera, no sé si me va a escuchar o no, pediré por los dos, más por él que por tí por que si él mejora tú estarás más tranquila, por que estoy seguro que es lo que tú pedirías, como sueles hacerlo, primero por los demás y luego, si queda, por tí.
A través de estas letras te envío todo mi aliento y si en algo puedo serte de ayuda tan sólo pídemelo, que te prometo hacer lo que esté en mis posibilidades hacer.
Ojalá te escribiera para hablar de otras cosas y no precisamente de esto.
Que sepas entonces que no estás sola, tengo varias mañanas de la semana libres a partir de esta misma semana, cuenta conmigo, me lo haces saber por aquí mismo, por mi correo o le pides mi número a Mary Carmen, por ejemplo.
Recibe un muy fuerte y apretado abrazo, en esta etapa tan difícil que te toca vivir, en esta cuchara manzana bicicleta, o en el resitiré del dúo dinamico tienes aquí un vecino que te ofrece parte de su tiempo para ayudarte a sobrellevar este momento.
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