Ayer una foto con su comentario colgado en una red social por una vecina de la villa me trajo a la mente muchos recuerdos y un pantallazo de mi vida. " El que siembra espinas que no piense cosechar flores" reza la frase que acompaña la fotografía.
Y lleva razón, claro, sobre esa frase hice un breve repaso de mis años en tierras catalanas en las cuales he visto, hablado y tratado personas que van rogando y con el mazo dando, pero que luego si uno reclama o lucha por las injusticias o atropellos que ellos llevaron a cabo, uno es el malo y ellos los pobres que no merecen ese trato ni comentarios, ni acciones ni mucho menos que les recalques sus errores, abusos y atropellos. Algunos de ellos escudados en el poder de otros y temiendo vaya a saber qué fantasmas personales pero aprovechando el sitial de privilegio que en su día gozaron, intentaron cerrar mi boca o mis letras, olvidando que en un mundo globalizado y comunicado socialmente a través de la red resulta imposible callarlos y que en el peor de los casos el efecto que pretendían se les vuelve en su contra.
Desde mis 3 años llevo caminando entre espinas, a los 11 en un mar de espinas y luego por diversas razones he seguido caminando entre espinas, algo que al llegar aquí en determinado momento me tocó caminar entre espinas, excrementos y más. Y quienes lo sembraron ignoraban que les presentaría lucha. Pero otros que sembraron espinas al por mayor no hace mucho se sintieron extorsionados cuando en realidad sólo reclamé mis derechos y claro, a quien correspondía me los devolvió, en este caso espero que hayan aprendido la diferencia entre el poder y el abuso.
El sembrar espinas se puede dar de diversas razones, una de ellas puede ser de forma involuntaria y puedes rectificar, de forma intencional pero has de tener en cuenta que todo lo que va vuelve y muchas veces vuelve el doble. Y luego existe el hecho de que sin sembrarlas alguien te adjudique las mismas por su forma de ver o interpretar las cosas.
Nadie es perfecto y nadie está libre de ello. Quizás por ello y a mi manera he sembrado mis espinas, he caminado sobre alfombras de espinas y muchas veces descalzo y sin defensa alguna. Pero he sobrevivido, he podido salir a veces ileso y otras con tantas espinas clavadas que te acabas acostumbrando al dolor que produce el llevarlas pero sigues adelante de igual forma por que la vida, el mundo no para ni te esperan, la vida sigue y el poco tiempo que pasas en esta vida terrenal se agota a cada momento. Y con el tiempo logras quitarte esas espinas pero te resulta complicado olvidar el daño y el dolor que te causaron.
Aunque no siempre es negativo el caminar sobre ellas, pues encuentras en el camino apoyos formidables, grandes amigos, mejores satisfacciones, curas para ese dolor producido que hacen que cada espina clavada haya valido la pena llevarla. Y eso me ha pasado a mí, cada espina me ha fortalecido, me ha hecho madurar y las últimas me han hecho ser más paciente, más reflexivo aunque no han mermado mis fuerzas en luchar y defender mis derechos o las injusticias o atropellos que se cometen. He ganado mucho luego de quitarme esas espinas, pero el dolor sigue allí y claro, se dice en mi tierra que el que se quema con leche ve la vaca y llora.
Desde mi niñez he vivido entre espinas pero eso no me ha quitado la facultad de sentir la fragancia de las rosas que conviven entre esas espinas, muchas cosas bellas se esconden detrás de otras igual de feas, está en nosotros el caminar entre esas espinas sin que las mismas no se claven en tí.
Para algunos decir la verdad es atacar, es insultar o es algo desconocido para ellos pues siempre han vivido cuidando sus pasos, el que dirán los demás, qué opinarán los demás o qué pensarán los demás, tanto, que al final acaban viviendo una vida a la medida de otros, una vida de mentira, una vida que no desean ni quieren pero que la viven en función a lo que dirán los demás, con el miedo a que lo juzguen.
A esas espinas sí que no las quiero, ni de regalo, podré vivir equivocado pero vivo la vida como quiero vivirla y si hay algo que no he hecho ni haré jamás será comportarme ni actuar para agradar a los demás, destrozaría mis principios y daría por el traste a todos mi valores. Si en mi caso sembrar espinas es decir lo que pienso y defender mis verdades, soy el que más espinas ha sembrado y sembrará en su vida, pues defenderé siempre mis derechos hasta mi último aliento. Siempre he dicho y dire mi verdad y daré mi opinión de frente, a menudo eso me ha ocasionado algún disgusto y muchas veces satisfacciones. Podrán decirle a mis hijos que soy frontal, visceral, incombustible, que no tengo tacto al hablar, que debería medir o pensar lo que digo o escribo, pero nunca podrán decirles que miento, que soy revanchista, que he utilizado mi posición de privilegio ( en Uruguay) para subir peldaños perjudicando a los demás o que he robado. eso nunca lo podrán decir.
Aquí en Puigcerdà para muchos seguramente he sembrado espinas y para otros tantos, verdades. Es cuestión de puntos de vista. Lo que nunca podrán decir es que me he callado.
Y si callarme es para defender o proteger de esa forma a un amigo, entonces sí, por que hay dos cosas que jamás haría y una de ellas es traicionar a un amigo, tengo pocos, tan pocos que me sobran dedos de las manos para contarlos. Por eso la frase de las espinas me ha gustado tanto.
Comentarios
las dictaduras producen en los pueblos ese efecto, el de no pensar, el de no manifestarse, crean la cultura del no te metas por que luego.......y crean con ello una sociedad menos solidaria, menos comprometida, con apenas capacidad de reacción y limitada en el pensamiento. si he logrado sembrar pensamiento y te lo digo con el corazón en la mano, ha valido la pena todo esto. un abrazo Lo. gracias por estar siempre allí.