Bajo el título :
El insoportable incivismo de los turistas barceloneses Albert
Martínez denunciaba en
el diario El Periódico de Catalunya días atrás donde hacía referencia a los
actos incívicos protagonizados según sus propias palabras, por barceloneses.
Su escrito abrió la caja de los truenos y se convirtió en objeto
de debate tanto en la comarca como en la propia ciudad condal, una catarata de
comentarios a favor de unos y otros, tanto en el mismo diario como en las redes
sociales y en el boca a boca, ha sido y sigue siendo tema de discusión y de reivindicaciones
también en ambos "bandos".
Las réplicas que llegaron al diario y que fueron de una vecina de
segunda residencia y de una comerciante ceretana avivan aún más la polémica,
tanto que el propio Martínez intentó tardíamente sus palabras con un segundo
escrito ,'Criticaba
a los incívicos, no a los barceloneses',. matizar sus propias
palabras y apagar el incendio que sin lugar a dudas provocó de forma
involuntaria.
El tema es que se generó un cruce de acusaciones, reproches y una
avalancha de comentarios que darán tema para meses. Pero Martínez
no está del todo equivocado, tan sólo se equivoca en señalar a unos ciudadanos
en concreto, en el resto, lo de incivismo en las carreteras, no se equivoca, o
el uso de motos o vehículos en las montañas, no se equivoca y puede que sea el
momento en el que Martínez no sea el único que levante la voz, más bien que
sirva de ejemplo para que otros vecinos, en especial los que se dedican a
trabajos rurales apoyen y sigan su ejemplo.
Somos
la principal fuente de ingresos.
Así se defendía una vecina de segunda residencia, algo no del todo
cierto, pero que debería servir para que, de una buena vez por todas
comerciantes, vecinos, gobernantes y todos aquello que queremos esta
comarca pongamos manos a la obra. La segunda
residencia ha cambiado el modo de vivir y comerciar en la comarca, de eso no
hay duda, pero ni todo lo que brilla es oro ni todo es tan malo como lo pintan,
tanto de un lado como del otro hay razones y argumentos, de ambos lados tienen
algo de razón y algo de culpa.
Desde la apertura del Túnel del Cadí la construcción de segundas
residencias fue como el ver crecer setas en otoño, precios desorbitados y un
construir sin parar, recalificaciones a diestra y siniestra y un alud de nuevos
vecinos, entre los que me cuento, alquilar un piso en la Cerdanya era casi tan
complicado como sacar la primitiva, pero llegó la crisis y con la crisis unas
3500 personas marcharon de la comarca, entre foráneos y nativos.
Y junto a eso varios nuevos empresarios arruinados, un pronunciado cierre
de negocios y como frutilla del pastel un control más severo de la gratuidad en
el túnel del Cadí, en resumen: estalló la burbuja y se comenzó a vivir la
realidad.
Hasta ese entonces era casi común encontrarse con gente de fuera (
no barcelonenses , dejémoslo claro) que se dirigían a los lugareños, en
especial a los que están al frente de sus negocios con prepotencia y prisas,
con un trato rozando lo denigrante, Pero ya en ese entonces eran pocos y se les
podía notar desde lejos, con coches de alta gama alquilados y si era posible
los veías cenando o comiendo enfundados en sus monos de esquí, sobre todo
cenando.
De eso ya hace al menos 5 años, pero...en el presente todo ha
vuelto a cambiar, incluso los hábitos de la segunda residencia, por ejemplo,
llegan y arrasan no las tiendas ni los restaurantes sino los supermercados, se
llenan primero los locales de menú de bajo precio y el actual consumo estrella
son las pizzas y los bocadillos.
Las tiendas sólo se ven con público en días muy puntuales, el
mercado inmobiliario se mueve de forma aletargada y a no ser puentes, semana
santa y fin de año es casi imposible que ningún restaurante ceretano llene su
local. Por tanto eso que afirma la señora, que son nuestra
principal fuente de ingresos es como mínimo, dudosa,
Es verdad que al menos en Puigcerdá y mal les pese a quien puede
leer este escrito, hay varios comercios que su atención deja que desear y
mucho, en algunos parece que la presencia de posibles compradores molesta,
cuando tendría que ser todo lo contrario.
Y es cierto que algunos propietarios de tiendas y comercios no
hablan sino que ladran, lo mismo pasa con algunos de sus dependientes, no se
puede tapar el sol con un dedo, son cosas a corregir.
¿Que en los puentes, en agosto y en fin de año se colapsa todo?
Claro, es verdad, la misma verdad que es algo lógico, son fechas puntuales, vivimos
en una zona que antaño vivía de la ganadería y la producción agrícola y que
hoy, gracias a esos mismos productores que se beneficiaron vendiendo sus
terrenos recalificados, o donde en lugar de una casa se construyeron al menos
una docena de adosadas, gracias a esa construcción indiscriminada lo que
tenemos es una zona que ya en parte esta turística hoy es de una segunda
residencia que cada año sube menos y consume de poco a nada.
¿ Cuantos hoteles han cerrado desde entonces en Puigcerdà y
alrededores? ¿ Cuantos puestos de trabajo se han perdido sólo en esa área?
¿ Cuantos productores han desaparecido?
Martínez sólo abrió la caja de los truenos, mostró una realidad que
no es preocupante pero sí molesta, se atrevió a decirlo en voz alta, claro que
luego al ver la reacción de los vecinos dio un paso atrás, pero abrió un
precedente, golpeó la mesa, hizo uso de su libertad de expresión, intentó
mostrar una realidad y dijo lo que más de un vecino dice.....pero en voz baja.
Y sigo diciendo que a este país y en especial a esta comarca le hacen
falta muchos más como Martínez, lo malo es que están pero no se dejan ver, no
vaya a ser que le pase como a Martínez, que seguro varios vecinos le han
retirado el saludo y hasta puede que si desayunaba en el bar ahora lo hace en
la casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario