sábado, 10 de septiembre de 2016

Somesul Apahida ( Transilvania, Rumania) en Puigcerdà.



El pasado jueves 8 de setiembre un grupo folklórico de música y bailes tradicionales de la zona de Cluj, Transilvania, Rumania estuvo presente en Puigcerdà.

La fecha para la villa es muy especial y el festejo que se lleva a cabo no coincidía precisamente para la visita que nos hizo el grupo, el horario tampoco era el idóneo, pues de haber sido 2 o 3 horas más tarde la cantidad de personas que hubieran disfrutado del espectáculo habría doblado la que tuvo.

Lo cierto en que desde el jueves a hoy decenas de personas me han felicitado por la presencia del grupo en la villa.    Eso habla de que de las aproximadamente 250 personas que presenciaron  los bailes del grupo una gran mayoría quedó impresionado positivamente.

La vestimenta impecable, la entrega, la alegría y la ilusión de todos sus componentes contagió a varios de los allí presentes, al tiempo que arrancó lágrimas de emoción entre los rumanos que estaban contemplando la actuación de sus paisanos.

No todos podrán llegar a comprender la importancia que tuvo, que tiene y que tendrá para un inmigrante el poder ver y compartir algo de su tierra natal, muy pocos podrán entender en realidad lo que sucedió la tarde del jueves en Puigcerdà.

Los medios de comunicación aún menos a no ser uno en concreto que se comunicó telefónicamente, otros estuvieron presentes poco antes del espectáculo pero.....curiosamente evitaron acercarse para informarse, puede que por ver a este servidor allí y por saber que formaba parte de la organización, él se lo perdió, pero lo malo es que perdió una excelente oportunidad de enterarse de cómo algunos vemos y trabajamos por la integración, J.P.  en concreto tuvo esa oportunidad, una pena, porque le ha negado a los vecinos de Puigcerdà la oportunidad de saber algunas cosas más de la comunidad rumana y la esencia del comportamiento y forma de ser de los inmigrantes.

Es por ello que voy a destacar desde mi punto de vista lo que Rumanía quiso y quiere dejarles a los vecinos de la Cerdanya con la visita de Somesul Apahida.

Somesul Apahida es un grupo folklórico con niños que van de los 12 a los 18 años, el nombre del grupo es un guiño, un homenaje al río que atraviesa un pueblo que en la actualidad cuenta con casi 11 mil habitantes, a tan sólo 10 minutos de Cluj Napoca, la capital de la región conocida como Transilvania, Apahida ha crecido de forma explosiva en la última década, pero algunos de  sus habitantes lejos de ese crecimiento demográfico explosivo, luchan por mantener vivas sus más ricas tradiciones, entre ellas, el baile y las canciones que van pasando de generación en generación.


Pero lo que le da un valor agregado, un toque especial es que este grupo que ha actuado en Chipre, Italia, Portugal, Moldavia, Hungría, Polonia, Italia, Grecia, Francia y España entre otros países es que hacen todo a pulmón, la única ayuda que recibe de su ayuntamiento es el pago del autocar para desplazarse allí donde van.

La comida, los trajes, la estadía, todo corre por cuenta de sus integrantes, incluso cuando van a festivales como el de Málaga, esta semana pasada.

3 días y otros tantos de regreso les insume haber venido a España, uno de ellos han querido dedicarlo a Puigcerdà, gracias a la buena voluntad y gestión de algunos parientes radicados en la Cerdanya es que hemos tenido la suerte de verlos bailar aquí.

Un puñado de vecinos, entre ellos una familia, Diudea se puso en contacto con este servidor para verlos bailar en Puigcerdà, una forma de decirle a Catalunya, a la Cerdanya GRACIAS por abrirnos las puertas, por confiar en las personas, vengan de donde vengan, una forma de agradecer la oportunidad de  trabajar, de estudiar e incluso de poner negocios en esta tierra, de decirle a Puigcerdà y a Catalunya que esta es su segunda casa, su hogar.

Siempre a pulmón, sin pedir un céntimo, sólo la oportunidad de dejarlos bailar para sus vecinos, de compartir sus tradiciones, de compartir parte de su identidad, de su cultura.  Somesul Apahida visitó Puigcerdà desde la mañana, disfrutaron de sus calles, de sus vistas, de su lago, de sus miradores, sin apenas haber descansado ( no llegaron a dormir 3 horas) se subieron orgullosos e ilusionados arriba del escenario y nos regalaron unos minutos que al menos para mí no tienen precio

Y querían más, querían seguir bailando y cantando al menos una hora más, no fue posible, la procesión comenzaba a las 18, por lo que sí o sí, 15 minutos antes y con todo su pesar tuvieron que decir hasta otra y marchar casi corriendo para el saludo protocolar con el señor alcalde, a que le ofrecieron recuerdos del pueblo al que representan.

Para muchos españoles, incluso para muchos catalanes los rumanos no son de fiar, es así, hablemos claro, se los señala como vulgares rateros en el metro y siempre se les identifica como los ladrones de cobre y un largo etc, da igual si son moldavos, búlgaros, rusos, ucranianos o de cualquier país del este, de la misma forma que sin distinción se cataloga a todos los sudamericanos como peruanos, a los que provienen del este se los tilda o etiqueta como rumanos.

Es cierto que algún rumano/a que vive en Puigcerdá se lo puede ver metido en problemas. ovejas negras hay en todas partes, también están los que por 4 céntimos venden su alma al diablo y otros que como personas no valen nada y sus palabras son humo, que traicionan a sus amigos y mienten más que respiran, pero lacras así hay en todos lados y de todas las nacionalidades.

La mayoría de los rumanos que viven aquí son trabajadores, muy buena gente, responsables, emprendedores ( Son varios los que han abierto negocios en la villa), son gente que lucha, sueña y trabaja y que, como ha pasado este jueves, añoran tanto su tierra y sus tradiciones que trabajan para que también nosotros las podamos ver, oír, disfrutar, que pone dinero y no poco, de su bolsillo para ello, para decirle a Catalunya de esa forma, gracias por todo.

¿Quién no se emociona si estando lejos de su tierra natal siente o ve algo de la misma?  De sus más ricas tradiciones, de su cultura, de su identidad.

Eso ha pasado este jueves en Puigcerdà, por horarios y por la fecha que fué e incluso por falta de difusión muchos ni se enteraron que este grupo nos vistaba, una pena porque se perdieron un precioso espectáculo.

Quién sabe....igual regresan el próximo año y entonces sí que pueden verlos.

Algunos inmigrantes damos un valor a las cosas que no son precisamente materiales, que decimos gracias de una forma que igual son muy pocos los que lo notan.

No vamos llorando y pidiendo ayudas con un móvil de última generación en la mano, ni nos quejamos o pedimos ayuda para libros, alquileres y demás mientras vestimos ropa de marca y tenemos coches de última generación y enviamos miles de euros a nuestra tierra.

Algunos valoramos el poder ganarnos la vida, tenemos orgullo y dignidad además de sentido común, no nos regalan nada porque nada pedimos ni pediremos, vamos codo con codo con el país de acogida y la mayor y más grande recompensa es que de cuando en cuando podamos compartir parte de nuestra identidad con Catalunya.    Sin calculadoras en las manos, haciendo las cosas de corazón, porque para dar las gracias hay que hacerlo sin esperar nada a cambio.

Los aplausos y las sonrisas de la gente este pasado jueves es algo que no tiene precio.

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