miércoles, 26 de julio de 2017

El peligro de tensar la cuerda


En mi último escrito según un lector y amigo baje a la cloaca y es verdad estima A.I.  es así, también extiendo esto a aquellos que me siguen.   Ahora bien, mis razones tuve para ello, a ciertos individuos no se le puede hablar de otra forma, son hijos del rigor y si hablan desde la soberbia hay que usar el mismo léxico.

Dicho esto, sería bueno hablar de uno de los gremios más sacrificados que existe en la Cerdanya y en buena parte de España, el gremio de la hostelería, ese el que se trabaja cuando todos descansan o están de fiesta.  

Ese que uno sabe a la hora que entra pero nunca a la hora que se sale, donde aquellos que allí trabajan sacrifican horas con los suyos para servir a quienes nos visitan y deciden disfrutar de su descanso en bares, restaurantes y hoteles, ese gremio al cual poco se le valora y poco se le tiene en cuenta.

El boom de la construcción alejó a muchos profesionales del sector, que cambiaron una bandeja por una pala o un rodillo, también a numerosos jóvenes que ganaban el triple o más en la construcción que en un bar, restaurante u hotel incluso que en una gasolinera, esos trabajos de mil turistas eran rechazados por los locales, eran trabajos de segunda categoría y los empresarios de la hotelería se las veían y se las deseaban para encontrar personal.

Servir platos o poner una bebida no tiene secretos…o sí, poner dos bebidas en la mesa requiere de un mínimo de don de gentes, de sociabilidad, de amabilidad, de atención y ya si hablamos de levantar una comanda la cosa comienza poco a poco a complicarse.   Todo esto lo escribo porque según algún vecino o vecina de Puigcerdá consideran que de hostelería no sé nada, se poco, pero por lo visto más que algunos de esos que aplauden la explotación humana y se escudan en la crisis para pagar nominas irrisorias al tiempo que exigen jornadas de trabajo maratonianas.

Llevar platos aún puede ser tarea fácil incluso para un niño, ponerse frente a un cliente y explicar platos de la carta, su elaboración, sus ingredientes, etc. ya es otra cosa, como lo es recomendar la bebida adecuada para acompañar esa comida.   Más otros detalles que en su conjunto, sin ser complejos, son fundamentales no solo para que el comensal quede satisfecho por la ingesta sino por el trato, pues de ello que regrese o no a ese local.

Por supuesto que la apariencia y la educación y el modo de atender el cliente es vital.
Bien, el caso es que por la crisis o por motivos varios los profesionales del sector han ido o bien abandonando la comarca o bien se han dedicado a otras facetas laborales para poder llevar el pan a su mesa.

Las nóminas que perciben son bajas en la mayoría de los casos, motivo por el cual la mayoría de los que aún trabajan en hostelería van con el rabillo del ojo buscando una oportunidad para salirse del sector.     Hasta los mismos empresarios que no por ser jefes dejan de echar horas y horas a su empresa reconocen que es un trabajo que agobia.

Pero esto no da derecho a nadie de llamar vago a quien quiere saber lo que va a ganar y las horas que va a trabajar.    Existen convenios, convenios que por lo general jefe y empleado no respetan, uno por comodidad e interés y otros por desconocimiento de sus derechos y limitaciones laborales.
Estamos en las puertas de la temporada estival y son muchos los empresarios que aún no consiguen completar la plantilla, quizás porque es más rentable y menos agotador trabajar en un supermercado que en hostelería.

Quizás ha llegado la hora de reconocer que la crisis ya nos ha dejado atrás y que para retener personal hay que motivarlo con un salario más atractivo, sobre todo teniendo en cuenta que es un trabajo temporal y con una alta carga laboral.

Puede que sea hora de hacer esfuerzos conjuntos y formar personal competitivo, que antes de entrar a trabajar sepa las bases mínimas para una atención a la cliente calificada de aceptable.
Reconocer que se ha tirado demasiado de la cuerda y que hoy y en la Cerdanya los pocos profesionales que quedan no se mueven de su puesto de trabajo a no ser que la oferta sea muy tentadora.  

El peligro de tensar la cuerda y llegar al extremo de contratar jóvenes de apenas 18 años o menos que atiendan tu local es alto, sobre todo porque más de un cliente puede no regresar más a tu casa.  
Va siendo hora de mirarse mejor los convenios laborales, las condiciones y lo que se le paga al personal, ya en otro escrito podemos hablar de los contratos basura, o de otros temas que pueden incomodar a más de un empresario.



Estamos casi en agosto...aún están a tiempo de rebajar la tensión de la cuerda.  A ver si al final por 4 duros el negocio se arruina por mala atención gracias a la inexperiencia laboral. 

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