Si alguien busca la ciudad más altruista de Cataluña, que deje de buscar: somos nosotros, los vecinos de Puigcerdà. Y no lo digo por nuestras ganas de compartir la coca del domingo, sino por nuestra capacidad —gracias al exalcalde Piñeira— de regalar dinero público sin esperar nada a cambio. Literalmente, nada. Ni un euro. Ni una tapa de queso. Ni un vaso de agua. El Summerfest: la fiesta que pagamos entre todos (y disfrutan unos pocos) Resulta que el Summerfest, ese macrofestival que prometía poner Puigcerdà en el mapa, ha sido, en realidad, el mejor regalo de cumpleaños para una empresa privada y unos propietarios de terrenos que, mira tú por dónde, no han tenido que mover ni un dedo para ver cómo sus campos se llenaban de gente y sus cuentas de ceros. Mientras tanto, nosotros, los vecinos, hemos puesto la casa, la comida y la limpieza… y ni siquiera nos han invitado a la fiesta. El convenio: un manual de cómo ser demasiado buena persona Nuestro ayuntamiento, liderado por el se...
Un aporte económico que supera el 30% de la actividad local Los datos no mienten: la inmigración es un motor esencial para Puigcerdà. Según el Idescat, el 24% de la población empadronada es extranjera, pero esta cifra subestima la realidad. Si incluimos a nacionalizados y ciudadanos comunitarios, el peso demográfico es aún mayor . Su impacto económico es abrumador: Alquiler y vivienda : Los hogares inmigrantes inyectan 12 millones de euros anuales en el mercado de alquiler, evitando el desplome de un sector clave. Emprendimiento : Regentan más de 100 negocios (restaurantes, comercios, servicios), con una facturación agregada de 10 millones de euros al año . Consumo familiar : Gasto anual en bienes y servicios ronda los 11 millones de euros . Seguridad Social : Con una media salarial de 1.200€ per cápita, su cotización sostiene pensiones y servicios públicos. Sumando estos flujos, la comunidad inmigrante genera al menos el 28% del volumen ec...