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el ayuntamiento de Puigcerda sufre de inmigrafobia.

Sí, y no es un título elegido al azar.
Ni va de broma.
Es una realidad, además de ser el Ayuntamiento actual un ejemplo claro de dictadura, de arrogancia, de malgasto del dinero del contribuyente, de no escuchar, de ser egocentrista, de poseer un altísimo grado de imcompetencia, sufre de INMIGRAFOBIA.

Y no nos quedemos sólo con la suposición, demostremos con palabras que es así.

La inmigrafobia es el rechazo por la condición de inmigrante”
Gustavo Oré, investigador del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH) y miembro de la Mesa de Derechos Humanos de Amnistía Internacional en Perú, analiza en la siguiente entrevista el fenómeno que ha dado en llamar la inmigrafobia.

¿Qué es la inmigrafobia?
La inmigrafobia es una forma de discriminación a través del trato distinto y el rechazo social a una persona o colectivo por razón de su origen, nacionalidad, idioma, situación económica de necesidad, color de piel, etnia, religión y diferencias de otra índole, englobadas en su condición de inmigrante; es decir, cuando se halla temporal o permanentemente establecida en un país que no es el suyo. Este trato que reciben las personas inmigrantes, rompe con dos derechos fundamentales establecidos en toda constitución política de un estado democrático: el derecho a la igualdad y a la no discriminación.

¿En qué se diferencia del racismo y la xenofobia?
El racismo es el menosprecio a determinadas personas por ser distintos física y étnicamente del grupo o la persona que discrimina, es decir, ser blanco o moreno, europeo occidental o árabe. La xenofobia es el odio hacia la extranjera o extranjero, sin interesar necesariamente que presente características como las que acabo de señalar. La inmigrafobia es una discriminación a las personas, además de su color de piel, identidad étnica o su condición de extranjeros, por su estatus de inmigrantes. Pueden ser incluso semejantes étnicamente a las de los países de acogida, pero basta que sea identificado como inmigrante, procedente de un país llamado elegantemente del sur o del este, para que reciba este tipo de trato.

¿Cómo se manifiesta?
Se manifiesta directa y abiertamente o de forma sutil, dificultando su detección y denuncia. A diferencia del racismo o la xenofobia (que están definidos, identificados y prohibidos en leyes internacionales y nacionales) la inmigrafobia, incluso se ve reflejada en la orientación de las políticas de gobierno. Una manifestación abierta y clara de inmigrafobia en España, se da cuando la policía solicita documentos e inquiere como si se tratase de personas sospechosas de algún delito a quienes exponen algún rasgo que los identifique como inmigrantes: color de piel, atuendo, acento o idioma en el que hablan, etc. y que se encuentran simplemente y por poner un ejemplo, a punto de ingresar a un museo. Podría interpretarse esto como un control por la inmigración ilegal, pero es un acoso atentatorio contra los derechos humanos, pues rompe el derecho a la igualdad y no discriminación ya que no se practica el mismo “control” con otras personas que no son identificadas como inmigrantes.

¿Cómo influyen las políticas de gobierno en estos temas?
La forma más perversa de influencia de la política en estas prácticas discriminatorias es legitimándolas a través de leyes y disposiciones aparentemente legales y razonables. La reciente Directiva de Retorno aprobada por el Parlamento Europeo es un ejemplo de ello, a pesar de que los discursos políticos digan lo contrario. Normas como ésta responden a la deficiente legislación en la materia y al aprovechamiento político del rechazo a los inmigrantes. Las divergencias entre grupos políticamente antagónicos desaparecen cuando ambos han identificado al “enemigo común”: la persona inmigrante y su irregular situación.

¿Qué subyace en este tipo de discursos?
La negativa a entender los procesos migratorios como fenómenos económicos y sociales que han ocurrido a lo largo de la historia, existe una carencia de memoria histórica. También están presentes componentes racistas y xenófobos. A veces parece olvidarse que los ancestros y familiares de quienes hoy discriminan también fueron y son inmigrantes, y por mucho tiempo estuvieron “sin papeles”, huidos de las guerras y la pobreza, y se les trató en su mayoría dignamente, no como criminales.

¿Cree que en contextos como el actual, de crisis económica, pueden proliferar este tipo de prácticas?
La inmigrafobia, al igual que el racismo o la xenofobia, son manifestaciones que responden a un factor económico. Finalmente es un rechazo al ser humano diferente, a aquella persona que por un rasgo particular, en este caso la condición de inmigrante, representa a un colectivo históricamente dominado en su economía por quienes discriminan. En una situación de crisis, estas diferencias tienden a agudizarse y manifestarse en este tipo de comportamiento. Uno de los ámbitos donde se puede observar es en el laboral; el Centro de referencia en España del Observatorio Europeo de racismo y xenofobia en un estudio titulado “Racismo, xenofobia y antisemitismo en España” publicado en 2005, concluye que la explotación laboral se añade a la discriminación laboral con abusos tales como entornos laborales no saludables e inseguros, falta de comida para las asistentas de hogar, impago de salarios, jornadas laborales muy extensas, falta de vacaciones y despidos improcedentes, entre otros. Esta situación se agrava en una situación de crisis económica, siendo las personas inmigrantes las menos protegidas legalmente.

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