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La mayoría de la verguenza




Al leer esta nota mi primera reacción es la de rechazo, impotencia y también por qué no, sorpresa.

Puedo entender que si este ganadero hubiese llegado allí con sus vacas luego de construidas las casas esos 16 vecinos de 30 días al año, maximo, se ,molestaran, pero este vecino lleva allí toda su vida, es más, generaciones enteras de su familia lo han hecho antes.

Casi podemos decir que esta actividad por parte del ganadero es ancestral, forma parte de la vida de la comarca y es su medio de vida desde siempre.

Comprendo que justo en verano los olores al igual que las moscas se intensifiquen y que en armonía, diálogo, buena voluntad, comprensión y paciencia, además de una buena dosis de transigencia de ambas partes se puede llegar a una solución, pero esta gente ha recurrido a la justicia, ya no para solucionar sino para imponer.

Mientras tanto, un productor de toda la vida ve de pronto cómo por culpa de la intolerancia y ante todo de la absoluta falta de conocimiento de la vida rural, los intereses de unos pocos se anteponen a los de una persona que a lo largo de toda su vida, sin más miramientos que falsos pudores escudados detrás de una cínica excusa de malos olores y moscas.

Pero lo más pasmoso es la pasividad con la que la comarca recibe esta noticia, algunos argumentando que estos señores de segunda residencia "son mayoría" "tienen dinero" "son amigos de políticos" " no se puede hacer nada".

¿Qué queda entonces? ¿bajar la cabeza y resignarse sin más? ¿ es así como resuelven las cosas aquí? ¿permitiendo atropellos e injusticias? ¿nadie va a levantar la voz y denunciar esta injusticia además del propio perjudicado y la señora que envió la foto a La Vanguardia? ¿qué podemos esperar mañana, que saquen a los pocos productores en la comarca fuera de ella por la comodidad de un puñado de intolerantes? ¿ vamos a dejar que eso suceda así como así, sin hacer nada?

Me produce una tremenda tristeza el ver cómo nadie o casi nadie es capaz de dar soporte a este ganadero, sólo leí en el blog de Enric Quílez quejas por parte de los participantes que opinaron, pero ni una sola muestra de apoyo, ni una sola propuesta de solución.

Por mi parte y de forma individual he comenzado a pegar fotocopias con la nota publicada por Regio 7 y que firma Miquel Spa, quien, como siempre, atento a todo, vió la foto que publicó La Vanguardia y día anterior y sin demora alguna, publicó una nota con lo sucedido, bien por Spa.

Esa nota ha sido enviada a media docena de medios de información por mi parte, no puedo soportar la idea de que si sienta un precedente, sean muchos que lo usen para erradicar de la comarca a los ganaderos y todo aquello que les moleste a los habitantes de "30 días".

Sin duda que esta gente que promueve esta denuncia es una minoría, no esa mayoría que afirman los lugareños, no todos y sino una minoría como esta, es la que está en contra de la actividad desarrollada por la gente de la comarca.

La mayoría de los que llegan desde Barcelona y tienen aquí su segunda residencia es gente ubicada y respstuosa del medio ambiente, además de ser consciente de que el medio rural se compone justo de eso; vacas, producción agrícola, gallinas y demás.

No podemos ni debemos permitir que nieguen a este o cualquier productor de cualquier rincón de la comarca vivir de su trabajo, sería como condenar a la mayoría de los que viven aquí a marcharse, la mayoría de los que viven de la tierra, esa mayoría que en realidad sedujo a esta gente a comprar su segunda residencia aquí.

Y no lo hicieron con palabras, lo hicieron inconcientemente, desde la tranquilidad y la naturaleza maravillosa que nos rodea y de la cual la gente rural, sus animales y sus costumbres, al igual que la nieve, conforman el verdadero encanto y su razón de ser de la comarca.

Ahora resulta que tres intolerantes deciden que ya no puede ser así.

Y yo pregunto: viven en una ciudad con una contaminación acústica impresionante, sobre todo, aquellos que viven cerca de las vías del tren o sobre una avenida, o cercanos al aeropuerto ¿qué hacen? exigen a las autoridades entuben la avenida o prohiban el paso de los trenes o de los aviones por su individual comodidad?

Hasta donde es permitido y comprendido el respeto del merecido descanso de los demás?

Ellos vienen aquí con sus motos acompañadas de un ruido atronador, varias veces superadas los decibeles permitidos, estropean la naturaleza, invanden sin permiso propiedades privadas, van como locos por las montañas y no son capaces de reconocer un camino rural de una carretera, en la capital respetan la velocidad ante el temor de una segura multa, aquí parecen fieras huidas del circo.

Pero si le tocan uno solo de los derechos, al juez, eso sí, si ellos, a las 2 o 3 de la mañana o a las 6 0 7 van con sus motos o 4 por 4 a todo gas y con ruidos increibles, eso es normal por que " vienen a distenderse".

Si hoy prospera de forma positiva esta denuncia, lo más posible es que en pocos años el 99 por ciento de los ganaderos o todo aquello que produzca ruido, mal olor o que "quede feo a la vista" sea erradicado de la comarca.

Entonces, solo entonces, cuando tengamos que ver una vaca por fotos o vídeo, comprenderemos que no fuimos capaces de defender el lugar en el que vivimos.

Seremos entonces nosotros la mayoría de la verguenza, seremos los que no fuimos capaces de defender todo aquello que nos proporciona identidad, que nos identifica, que nos permite ser nosotros mismos.

Habremos sido unos conformistas, que no fuimos capaces de levantar la voz para defender una forma de vida que en realidad es la que ha sido la que desde tiempos inmemoriales, la que nos ha dado sustento, dignidad.

¿Dejaremos que eso pase o seremos capaces de unir nuestras voces y nuestras firmas o lo que haga falta para defender a nuestros vecinos de una tamaña injusticia?

O simplemente pasaremos a ser la mayoría de la verguenza?

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