
Por tradición o por esperanzas, todos deseamos que en el próximo año las cosas mejores, que otras cambien, que al fin lleguemos a nuestros objetivos.
Yo tengo un sueño.
O podríamos decir la esperanza de que al fin algunas cosas cambien, dentro de ellas, lo que se relaciona con inmigración.
Y digo que es un sueño por que desgraciadamente para poder cambiar algunas cosas se ha de hacerlo desde una posición de poder de decisión cosa que en mi caso es imposible, hoy, mañana y siempre.
Es un sueño por que si bien desde esta villa podríamos ser mucho más que ejemplo en materia de integración, quienes hoy gobiernan no tienen interés manifiesto real de hacer cosas que mejoren el camino hacia la integración.
Derribar esos muros invisibles, romper tópicos con realidades, darnos oportunidades mutuamente, desde ambos lados.
La ilusión de poder trabajar codo a codo con los catalanes de toda la vida es sólo eso, una ilusión, casi podríamos decir que es una utopía, una quimera irrealizable, inancanzable.
Muchos de nosotros quisiéramos trabajar para mejorar la comarca en la que vivimos y hacer de ella una comarca más próspera dentro del marco natural que pretendemos todos que siga teniendo.
Dentro de esos muchos, varios inmigrantes tenemos propuestas, ideas y muchas ganas de trabajar en esa properidad que nos permita a todos los que aquí vivimos mejorar nuestra calidad de vida.
Somos unos cuantos que pensamos en esas mejoras, en esas propuestas desde una visión que abarca a todos, todos absolutamente, de los que vivimos en esta comarca.
Pero no deja de ser un sueño. Solo eso.
El sueño de ser aceptado por lo que en realidad somos: personas.
Personas, más allá de procedencias, credos o color de piel. Por que muchas veces se ve el envase pero no el contenido, y a veces ese envase puede ser hermoso pero por dentro puede estar o vacío o su contenido contaminado. Otras, el envase puede ser no tan hermoso y sin embargo su contenido y los resultados de ese contenido podrían sorprender a más de uno.
Sin embargo, somos considerados un problema, cuando en muchas ocasiones somos más que una solución. Pondré un ejemplo: una escuela de esta comarca este año estuvo a punto de cerrar al no alcanzar el mínimo de alumnos, pues............un niño inmigrante fué la tabla en el oceano y la escuela sigue abierta.
En la villa hoy decenas o centenares de pisos están vacíos, pisos que ocuparon familias inmigrantes que hoy la crisis los ha devuelto a sus paises de origen, familias que consumían y que educaban sus hijos aquí y que provocaron la necesidad de más maestros, más aulas e incluso una escuela nueva.
Inmigrantes irregulares que llenaron las carteras de muchos empresarios además de solucionarles el problema de conseguir personal, inmigrantes que ocuparon aquellos puestos de trabajo que los nativos de siempre no querían ni por asomo.
Hoy somos un problema, hoy esos puestos de trabajo sí son importantes para aquellos que hasta no hace muchos meses ni siquiera querían hablar de ellos.
Nos olvidamos de los cientos de maestros y tecnicos que hoy tienen trabajo gracias a los inmigrantes, nos olvidamos de lo bien que nos vino el dinero que ganamos gracias a ellos, a lo que se cobró de más por alquilar un piso gracias a que no habían pisos libres.
Pero estamos a tiempo. Ese es mi sueño, no por mí mismo, yo seguiré por aquí si Dios quiere, pero poco o nada podré hacer por contribuir a esa integración mientras determinados personajes sigan donde están.
El sueño de poder ser lisa y llanamente una persona más, no siempre pero a menudo, actitudes, miradas y hasta comentarios nos recuerdan de dónde somos, de dónde venimos y que seguimos siendo extraños, que seguimos siendo individuos que según tópicos, no tenemos la suficiente formación o nivel de cultura.
Es verdad que algunos traemos con nosotros otras costumbres, otra religión y otra cultura,
De esa pluraridad deberíamos aprovecharnos, de esa diversidad alimentarnos y utilizarla.
Por desgracia, ser más claro sería darles ideas a los que hasta hoy nos cierran las puertas y nos niegan la posiblidad de participación.
El sueño seguirá allí, esperando el momento, nunca he renunciado a uno, la realidad es hoy una, pero se puede trabajar por cambiarla, se puede luchar por lograr una convivencia mejor y una integración de verdad. Lástima el tiempo que seguimos perdiendo, lástima que existan algunos individuos que por capricho, vanidad o soberbia y aunque sea de forma temporal intenten romper o cerrar caminos.
Queda por tanto, esperar. Puede que al fin llegue el día en que alguna persona de buena voluntad se disponga a darles a los inmigrantes la oportunidad de ser escuchados y tenidos en cuenta, sólo por lo que somos: personas.
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