Hace 8 años llegué a Puigcerdà y desde la larga recta de la vía del tren, pasando Queixants pude apreciar la torre del campanario, majestuosa, vigilante, orgullosa de ser el referente e ícono representativo de una villa tranquila entre semana y en los meses de mayo a junio.
Meses más tarde pude contemplar maravillado desde las cercanías de Urus un mar de luces bañando la comarca, a lo lejos, las letras fluorecentes rojas del Park Hotel y un poco más atrás, una vez más, la torre del campanario, brillantemente iluminada. señalando dónde estaba la villa de Puigcerdà.
Era una villa con encanto, con un cierto caos en el entorno al campanario, propio no de los coches aparcados en la desaparecida zona azul, sino en los que bajaban rápidamente para realizar una gestión en los bancos cercanos o ir sencillamente a por la prensa del día.
Hoy veo una villa más bien gris, incluso la gente parece algo triste, con la mirada como perdida, con la cabeza gacha, como inmersos en sus pensamientos, veo una villa con muy pocos coches, con las calles céntricas casi vacías entre semana y los fines de semana, aunque más concurridas, con los comercios vacíos.
En esos tiempos comenzó por parte del gobierno una regularización masiva y mi jefe de ese entonces acudió rápidamente a concretar esa regularización.
Fue entonces cuando conocí un joven delgado de ojos claros y mirada limpia, de hablar pausado, amable, atento, siempre dispuesto a solucionar problemas, a buscar soluciones, este joven trabajaba en el Consell Comarcal, en el área de anteción ciudadana.
Así conocí a Albert Piñeira, el mismo que hoy se presenta como candidato a alcalde de la villa.
No ha cambiado casi desde entonces, se le ve sereno y pausado como antes, pero hoy lo conozco un poco más, hoy por ejemplo puedo decir que en más de una oportunidad hemos hablado, de inmigración, de tolerancia, de residuos, de Catalunya y su historia y mucho, mucho de la villa,
A lo largo de mi vida he tenido la oportunidad de hablar con gente que se mete a políticos y personas que hacen de la política su vida. Piñeira entra en la segunda categoría, se preparó para ello, incluso tiene la experiencia de haber estado 4 años enteros dedicado de pleno en su puesto de diputado, eso le ha dado rodaje, pero no le ha quitado ni humildad ni cercanía con la gente.
Es más, genera empatía y confianza, dentro de mi experiencia en el mundo de la política he conocido charlatanes y políticos. Piñeira pudo haberse mareado con el cargo de diputado, incluso con el de candidato a alcalde de la villa.
Otros lo hicieron, se encontraron de golpe con un regalo inesperado que luego lo coronaron con un cargo de diputado y responsabilidades en alguna caixa y entonces el ego se les disparó, se sintieron los reyes del mambo, estando por encima de todo y de todos.
A Piñeira eso no le ha pasado, es como si en esa carrera de fondo que va corriendo ya no sólo está preparado sino que las asume con la naturalidad de aquel que sabía que iban a llegar, sencillamente por que ha estado trabajando para ello, por lo cual, ni su actitud ha cambiado ni su caracter ni su forma de ser con aquellos que por diversas razones lo conocemos desde hace años.
Justo lo contrario con lo que ha pasado con otros personajes públicos, a los cuales no les puedes confiar nada ni darle la espalda, por que sólo buscan su bienestar personal y el poder para seguir abusando del mismo.
Comparar a Piñeira con Planella es como querer mezclar agua y aceite, uno es transparente e intenta ser políticamente honesto mientras que el otro te sonríe de frente y ni bien le das la espalda, te clava el puñal.
Pero yo NO voto a Piñeira, por que ni vivo en la villa ni me lo permite mi situación, ni lo hubiera hecho en estas municipales por motivos personales.
No voto a Piñeira, pero no por no votarlo dejaré de pensar y decirlo públicamente que lo considero la persona hoy por hoy más adecuada, más centrada, más preparada, más cercana a la gente.
Pero quiero, sueño y aspiro a ver una villa gobernada por personas y para personas, por un vecino que quiere bien la villa ¿que es de CiU? sí, ¿y? yo lo votaría como persona y no como hombre de partido, me interesa cambiar la villa e intentar devolverle a los vecinos algo de color, que vuelvan a sonreir.
Que puedan decir lo que piensan sin temor a que se tomen represalias, que tengan un gobierno local que los respete, que los tenga en cuenta, que los consulte, que los escuche.
Un gobierno que trabaje junto a sus vecinos y no de espaldas a ellos, un gobierno que sea transparente, honesto, por que a veces no hace falta ser corrupto para dejarlo en la ruina económica, sino, a las pruebas me remito.
Uno puede tener las manos limpias pero ¿se puede dormir por las noches sabiendose responsable de que hoy la villa esté en la lista negra de muchos turistas? ¿ se puede dormir tranquilo derrochando 200 000 euros en 4 años en flores mientras se les niega a los jovenes un skate park?.
¿Se puede dormir tranquilo mientras los vecinos deben de pagar fortunas en multas por mala gestión?
Yo no podría ni mirar a los vecinos a la cara.
Pero NO voto a Piñeira, por las razones expuestas, eso sí, le ofrezco mi poca inteligencia pero toda mi voluntad, le ofrezco mi limitada capacidad pero todas mis ganas, le tiendo mi mano para ayudarle en lo que pueda si es o no gobierno.
Y lo hago por que ambos queremos lo mejor para la villa, no le pido nada a cambio, pero si algún día piensa que en residuos o inmigración le puedo dar un golpe de mano, ya sabe dónde encontrarme.
Una vez quisimos darle una mano con los gigantes a la villa, tratando de mantener viva la tradición, soñando con ver a los vecinos de la villa sumarse a ese desafío y poder TODOS JUNTOS llevar a la colla gegantera a todos los rincones de Catalunya.
Pero como ha pasado con el resto de las asociaciones o casi todas ellas, el ayuntamiento les ha puesto todas las trabas posibles.
Por eso NO voto Piñeira, me limito a ofrecerle humildemente mi ayuda en lo que pueda ser ( si es que sirvo para algo) útil, por que mi aspiración personal es ver a la villa recuperar dentro de lo posible parte de su identidad. NO lo voto, pero le tiendo la mano.
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