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la importancia de la escuela rural.

En Prats i Sansor la escuela cuenta con 22 niños.

Una cifra que en Puigcerdà por ejemplo, llena un aula, aquí es lo que le da vida a la escuela.

En realidad hay más niños en el pueblo en edad escolar, pero sus padres han elegido por diversas razones llevarlos a otras localidades, incluida la vecina Francia.

La escuela rural no se diferencia tan solo por el bajo número de alumnos, sino que es esa la clave, son educados de una forma más personalizada, el maestro o los maestros están mucho más al costado de los niños.

Los conocen casi mejor que los padres, al tiempo que la relación padre-maestro pasa a ser casi o sin casi, la de un amigo que enseña al hijo del otro.

Se comparten más cosas, se vive la educación de nuestros hijos de una forma más cercana, al tiempo que la comunicación entre el maestro, los padres y los alumnos es cotidiana, se podría decir que padres, hijos y maestros forman una familia numerosa.

Una familia que trabaja en la mayoría de los casos codo a codo para sumar algo de economía que permita rebajas en las colonias, en las salidas de los niños, en la fiesta de fin de curso............

Como en toda familia surgen algunas desavenencias, que en el casi cien por cien de los casos acaban siendo constructivas, que dejan en este caso a los padres un nuevo aprendizaje.

 Pero en la mayoría de los casos la convivencia es positiva, edificadora, unificadora o al menos es la sensación que nos deja a nosotros.

 Los niños aprenden a compartir, a trababar en equipo, a ser solidarios.

 Y en muchos casos el maestro se convierte en mediador de pequeñas disputas entre sus alumnos y es centro de constantes consultas por parte de los padres.

 No le importa reunirse con los padres durante largas horas, luego del horario escolar, incluso los fines de semana, si por ejemplo toca celebrar un quinto o alguna actividad.

 No es la comodidad de tener la escuela a metros de la casa, ni el trato personalizado que acaba siendo una mejor calidad de educación.

 Es la tranquilidad de saber que los dejas en manos de algo más que un maestro y vecino, es el saber que el maestro rural se dedica dentro y fuera de la escuela a educar a tus hijos, que se preocupa por lograr siempre algo más para ellos, para la escuela.

Nuestro hijo acaba de dejar la escuela rural y el próximo ciclo lectivo pasa al instituto.

 Claro que lo de dejarla es relativo, allí quedan muchos amigos, para nuestro hijo y para nosotros, los padres.

 Eso es sólo uno de los numerosos puntos que hacen importante, vital, la continuidad de la escuela rural.

 Seguramente en pocos meses estemos esperando impacientes la llegada de los quintos, o la visita de los niños por carnaval, cantando en cada casa del pueblo o las rosas de Sant Jordi.

Nuestro hijo deja el cole, pero ha ganado, hemos ganado un amigo, ese SEÑOR que acompaña a nuestro hijo en la foto es un maestro rural, un educador de los buenos, un mejor vecino.

Dicen que el hábito no hace al monje, en mi tierra, al ver esa barba tupida habrían dicho que su apariencia es la de un hippie, pues señores, muchas escuelas y muchísmimos padres querrían a este maestro para sus hijos, para sus nietos, pues, por fortuna y aunque muchos no lo valoren, existen muchísimos maestros como Miquel Moya en esta Catalunya rural.

Maestros que hacen no sólo posible la educación de nuestros hijos en su medio, sino que revitalizan con su tarea cotidiana la importancia de la escuela rural.

Gracias Miquel.   En el nombre de nuestra familia,

 Y ojalá la temida tijera no les recorte los ya escasos recursos con los que cuentan.

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