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Ave Fénix

En estos días y gracias a  pasar por una mala experiencia personal he tenido la oportunidad de ver y comprobar dónde están los amigos, dónde las personas y dónde los que a la primera de cambio se marchan de puntillas.

Dijo Einstien algunas vez que quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que las soluciones.

Algo similar me estaba sucediendo pero comenzaron a llegarme mensajes, correos, llamadas, de aliento, de preocupación y de ánimo y comencé ( aunque me costó )  a ver los amigos de verdad y algunos que no son amigos pero que tuvieron un gesto y una actitud que lo esperaba de otras personas y sin embargo esas personas no estuvieron ni cerca, ni con una llamada ni con un mensaje ni con un correo y hoy paso el cernidor pudiendo ver quienes de verdad están en las buenas y en las malas.

Peores he vivido y aquí estoy, pero esta vez me pegaron donde más duele, en la confianza de las personas, en violentar la palabra, en deformar la verdad y también en traicionar la amistad que supuse, mal supuse había, algunos les duele lo material en tanto a mí me afecta la pérdida de valores, de integridad, de falta de personalidad, de mezquindad y por qué no, de cobardía.

Un amigo de verdad acude a tu lado y te guste o no, te dice si te has equivocado en tu forma de actuar y proceder, te cuestiona y te corrige, un conocido también si es que te has ganado su respeto y aprecio y luego están los que decían compartir ciertos ideales y ciertos valores pero resulta que no, que es todo lo contrario, pues sin decir una sola palabra te dan la espalda, sin ninguna explicación ni motivo aparente.    

Pero cuando pensé que estaba todo dicho, que la solución era bajar los brazos, justo allí, cuando lo ví todo negro, negativo, que ví el final del camino, aparecieron de golpe las palabras de aliento, las llamadas, los correos, las visitas a mi trabajo para interesarse personalmente de la situación.

Y entonces comencé a ver de qué pata cojea el gato, aún me estoy situando pero mientras lo hago visualizo las espaldas y anoto los nombres para no caer en ese mismo error dos veces, para no caer, Dios mediante nunca más.          Había bajado la guardia, es verdad, le otorgué un voto de confianza a gente que no se lo merecía y hasta peleé  por defender su postura aduciendo tiempos pasados.

 Esa persona tuvo su oportunidad por 3 veces y 3 veces me defraudó a mí y a mis compañeros, por 2 veces puse la mejilla pero en la tarde del sábado tuve que rendirme ante la evidencia clara y contundente, alguno queda en observación por así decirlo pero cabe resaltar algo: no hay rencor, no hay ánimo de revancha, pero tampoco hay olvido ni más oportunidades.

 Quiero darles las gracias a todos aquellos que me han hecho llegar su mensaje, su palabra de aliento, sus opiniones y sobre todo y de todo corazón a aquellos que me han cuestionado criticado y condenado mis errores o mi forma de ser en algunos casos.            Aprendí.     O al menos eso creo.

 Ahora cabe mirar hacia adelante, permitir que las heridas cicatricen, valorar las palabras y las voces de aliento que he recibido, agradecer profundamente a los que me han dado la espalda por que me han hecho comprender que algunos pueden fingir un tiempo pero no toda la vida y hoy, ya con su careta caida puedo ver a qué y a quienes me enfrento.                                  En mi tierra un buen apretón de manos era síntoma o símbolo de estar tratando con personas de bien.                      Aquí por lo vivido creo que se le puede dar valor también a un abrazo.     Este fin de semana he recibido algunos apretones de manos y un par de abrazos.

La cantidad no hace la calidad.                   Vuelvo, no sé si como el Ave Fénix, pero vuelvo a poner atención a las miradas, vuelvo a desconfiar, vuelvo a escuchar y regreso a viejos tiempos en mi tierra en donde las cosas se hacían de otra forma.         No me han vencido ni me siento derrotado, al contrario, gracias a los amigos de verdad he logrado estar de pie nuevamente.        Ya llegarán los retos, ya asumiré otros desafíos, ni integridad ni mis valores se han visto afectados sino todo lo contrario.     Pero no vuelvo con el hacha de guerra ni dejo de lado mi forma de decir lo que pienso por que de lo contrario no sería yo, por tanto, tampoco han doblegado mi personalidad. 

Vuelvo, sencillamente.           Un elevado porcentaje no entenderán nada y es por que no me conocen, pero los que sí me conocen, mis amigos y sobre todo mis enemigos que sepan que vuelvo y que estoy mucho más fuerte que antes.    Vuelvo sereno, tranquilo, despejado que es según dicen mis amigos cuando más peligro genero, una contradicción, sí, pero esa serenidad me la han dado justo aquellos que me defraudaron.   Ahora puedo seguir adelante pues voy liviano de equipaje.

Me quedo con este mensaje el cual me hizo llegar un catalán con el cual hemos debatido y polemizado numerosas veces, el mismo que esta mañana me saludó aprentado fuerte la mano y se despidió con un caluroso abrazo.            Y comparto el mensaje que me hizo llegar.

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