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Escuchar las dos campanas.


Seguro que más de uno al leer esto me pone a caldo, a parir o recuerda mi arbol genealogico de punta a punta e incluso más.

Dejé pasar unos días para expresar mi opinión por que el revuelo mediático fue considerable y puso a la mayoría de los vecinos en un estado de indignación comprensible................si como suele suceder se escucha una sola campana y no se escuchan las dos partes.          Eso sin dejar de mencionar que los que por lo general opinan diferente no se atreven a decir nada por temor a ser tildados y señalados como personas incultas, intolerantes e irrespetuosas, incapaces de comprender el arte, la cultura, de tolerar la expresión artística de los demás, sea cual sea la misma.

Siempre he dicho las cosas como las siento y las veo y muchas veces por ser sincero o exponer mi punto de vista me han causado muchos problemas, en la mayoría de las veces sólo por decirle a más de uno la verdad a la cara.            Hoy no será la excepción, no me voy a ganar el cielo por escribir mis verdades o mis opiniones, muchas veces lo dije, yo no busco ganar amigos ni simpatías, sólo dejar aquí expuestos mis puntos de vista.

Mis escritos pueden ser o no compartidos, cuestionados o criticados pero NUNCA, jamás podrán decirme que no digo lo que pienso de forma sincera, abierta, sin pelos en la lengua, seguramente en Puigcerdà son muchos los que en sus deseos piden que deje de escribir, que regrese a mi tierra o sencillamente me marche de la villa o que me olvide de escribir de ella.

No soy dueño de la verdad y todo lo que escribo puede ser discutible, pero reconozcan al menos que tengo la decencia de decirlo sin esconder mi nombre.

Vivo aquí, en esta comarca y mientras lo  haga seguiré vertiendo mi opinión, mal les pese a algunos y quizás le agrade a otros.

El caso es que hace unos días una joven pianista recibió la noticia de que la fiscalía pide para ella prisión por tocar el piano.               Ostres, al leerlo me dije, vaya con la justicia de este país, un presidente recibe trajes de regalo a saber por qué favores y sigue tan ancho, un tal Millet se forra malversando fondos públicos y le siguen llamando señor, un alto cargo político catalán recibe parte de ese dinero y la dirección de esa formación ni se inmuta, se limita a no nombrarlo públicamente director de cierta área y listo, en fin que de casos graves nada, esos no pasa nada pero en el caso de la pianista la condenan como una vulgar delincuente.

Pero resulta que esa noche la veo en un noticiero y las cosas ya no me cuadran, entre otras cosas por que la pianista afirma que el día que realizaron las mediciones por los ruidos ella no estaba tocando, entrando con esas declaraciones en un terreno peligroso, si yo fuese uno de los funcionarios que firmó que eran tantos decibeles ya hubiera entrado una denuncia en contra de la pianista por difamación e injurias en contra de un funcionario público, para empezar.

La gente de la villa y la opinión pública, en la cual me incluyo, se volcó a favor de la pianista, evidentemente es un despropósito condenar a la pianista.                       Pero luego recordé que existen las apelaciones, que por lo general hechos como este nunca pasan de una multa y un apercibimiento.

Más tarde caí en cuenta que ni medios locales ni el resto se ocupó de preguntarle a la denunciante cómo había sido su vida durante los meses que la pianista supuestamente tocaba el piano durante tantas horas.                          Tampoco la pianista niega haberlo hecho durante las horas que afirma la denunciante  pero según otros concertistas  resulta muy complicado llevar ese ritmo de práctica.

 El caso es que todos ( repito, me incluyo) nos pusimos del lado de la pianista sin pensar en la denunciante, en las consecuencias que ha sufrido la misma, las secuelas que la misma puede llegar a padecer aún cuando ya la pianista se ha marchado del lugar, nos quedamos con la denuncia y el pedido de condena, pero nos olvidamos de la otra parte.

 Sigo pensando que recae en ambas partes la culpa, pues llegar al extremo de verse las caras en un juzgado es por que por parte de ambas existió intransigencia, faltó diálogo, faltó tolerancia, faltó comprensión, capacidad de negociación y evidentemente, una cosa lleva a la otra y las consecuencias están a la vista.

 Pero el caso es que nos quedamos con una sola campana y que a nadie se le ocurrió pensar que la denunciante igual no tuvo más remedio que recurrir a la justicia por que a la pianista y a su familia les pareció que estaban en su derecho, dado que respetaban los horarios establecidos por las normas municipales.                                     Los horarios sin duda que sí pero es evidente que NO  el nivel de ruido y resulta extraño que sólo una vecina se viera afectada, pero la justicia le dió la razón, quizás por que hizo lo que no hicimos los demás: ESCUCHAR LAS DOS CAMPANAS.
 
La cosa es que luego del revuelo mediático, luego de que gracias a la denuncia la pianista es conocida en toda Catalunya y que en los medios será recordada como la pianista condenada a 7 años de carcel aunque luego igual pague unos euros de multa, el resultado final es que serán muchas puertas las que se le abrirán y puede que muchos conciertos los que haga gracias a la denuncia.

Aún cuando la multa ascienda a varios euros, la publicidad que ha tenido cubre con creces los problemas que pueden haber tenido.                        Como ejemplo, en estos días la pianista realiza un concierto en Puigcerdà y si no me equivoco es el primero, ¿casualidad? ¿ o apoyo de los músicos a lo sucedido?  Sería lógico que quienes viven de la música o la sienten apoyen y defiendan la joven pianista, incluso el gobierno municipal pues de lo contrario viviriamos en un país de incongruentes.

Frente a la justicia es un modo de decirle a la misma que la villa de Puigcerdà apoya a la pianista.

¿Pero alguien se ha ocupado de saber cómo está realmente la vecina denunciante?   Porque la vecina igual ha vivido un calvario y nosotros la condenamos como hereje y una vecina con mucha mala baba y resulta que ha sido la única que ha sabido defender sus derechos, o quizás sus razones son diferentes o por qué no, puede sufrir algún transtorno psicológico que necesite atención profesional.

 Pero no, nos dedicamos a escuchar una sola campana y la otra parte mejor la condenamos y pasamos de ella, por que la música es cultura y se debe de ser tolerante, además el sentir 6 horas al día un piano no le hace mal a nadie ¿ o sí?

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