A menudo olvidamos sin querer aquellos pequeños detalles que hacen especial aquel lugar en el que vivimos, puede que por tenerlo allí, cada día pasa a formar parte de las cosas que miramos sin ver.
Rincones de nuestra villa que forman parte de un pasado señorial que hizo a Puigcerdà referente para muchos, que convirtió a la villa en motivo de visita para , muchas casas y lugares son testigos mudos de un pasado que la vistió de encanto, de personalidad, de magia.
Muchos echamos de menos que parte de ese encanto se haya perdido en las caprichosas reformas de las plazas donde los coches han sido suplantados por terrazas y en algunos casos incluso algún mirador de la villa se ve destrozado por alguna terraza permanente. Pero existe otra Puigcerdá que poco a poco va quedando en el olvido. Puigcerdà es mucho más que el lago o estanque, es más que la torre del campanario, que por cierto, ojalá pronto la podamos ver iluminada como Dios manda, es más que la plaza del ayuntamiento que sin duda posee uno de los mejores miradores de la comarca pero que por desgracia la basura al fondo, en las naves industriales opacan esa belleza.
Tan sólo hay que caminar unos metros, más allá del lago y podemos encontrarnos o reencontrarnos con parte de la villa que vamos olvidando y que quizás muchos vecinos de los más nuevos apenas si conocen, el parque del bosque es uno de ellos, coronado en su parte superior con una larguísima hilera de bancos de piedra que nos devuelven a un pasado mejor, respetuoso con la naturaleza, con una señal de identidad de montaña, como lo es la piedra, cortada rústicamente, como queriendo decirle al futuro que existió un pasado donde las cosas se podían hacer más sencillas pero igual de prácticas e incluso predurables en el tiempo.
Y si bajamos al parque del bosque, semi olvidado pero lleno de paz, de memoria viva, de naturaleza pura, nos encontraremos con mesas y bancos de piedra, en las que apenas si el vandalismo incívico los ha invadido con sus graffitis, bancos y mesas que por su volumen y peso son anti vandálicos y tan o más funcionales que los más modernos. Un lugar donde nos encontramos muy a menudo envueltos en un agradable silencio, quebrado por los cantos de los pájaros o el viento al mover los árboles. Con viejos juegos que para algunos les serán extraños mientras que a otros les traerán muchos recuerdos.
Con unas vistas increibles, pero sobre todo lleno de pasado, de un pasado mejor, donde nos conformabamos con menos y sobre todo, pensado para algo que poco se va perdiendo: la familia.
Cuando volvemos rumbo al centro de la villa seguimos viendo más detalles de los cuales disfrutar, paisajes, casas, imágenes que nos regala la naturaleza y también la mano del hombre.
Con casas y paisajes que nos recuerdan las razones por las cuales Puigcerdà fue creciendo, siendo conocida, parte de un encanto que por fortuna, seguimos contando y podemos disfrutar. Lejos o alejados del ruido y del tráfico, sin tiendas ni bares que nos entretengan o nos distraigan, donde nuestros ojos y nuestros sentidos pueden por unos minutos reencontrarse con la tranquilidad, la belleza, el pasado y en medio, el presente.
Y repasando parte de las imágenes que registré ayer creo que tiempo atrás Puigcerdà fue concebida y pensada para el descanso, para la desconexión, para el reencuentro con la naturaleza. Creo, humildemente que nos hace falta, hoy por hoy y teniendo en cuenta la situación que atravesamos, que volvamos a los orígenes, a esas raices, a esos comienzos.
Con una oferta que resalte esta preciosidad de villa en la que vivimos, en compartir con el mundo esta paz, estas vistas increibles, el que puedan visitarnos por otros motivos que el del turismo del consumismo que hoy está en declive, así como en otras localidades la hostelería ofrece turismo de borracheras, el nuestro puede ofrecer un turismo de relax, de paz, de calma, de naturaleza en estado casi puro.
En una mezcla de pasado señorial e incluso burgues con un presente que sigue respetando el entorno.
Quería compartir algunas imágenes con ustedes. Normalmente no dejan comentarios en el blog, aunque sí lo hacen por privado y lo agradezco. Hoy más que comentarios el pedido es que vean el resto de las imagenes en mi facebook o en la dirección que dejaré en comentarios pues estoy cargando el álbum allí tambien. ¿el propósito? sencillo: buscar esas alternativas y esa motivación que nos está faltando para reimpulsar ese turismo necesario y sobre todo, comenzar a transitar el camino hacia el turismo no estacional tan necesario para nuestra economía.
Por que sigo creyendo que entre todos podemos lograr que Puigcerdà tenga una primavera contínua.
Aquí pueden ver el resto de las fotografías.
https://plus.google.com/photos/103233957620882427885/albums/5730783462777362817
Rincones de nuestra villa que forman parte de un pasado señorial que hizo a Puigcerdà referente para muchos, que convirtió a la villa en motivo de visita para , muchas casas y lugares son testigos mudos de un pasado que la vistió de encanto, de personalidad, de magia.
Muchos echamos de menos que parte de ese encanto se haya perdido en las caprichosas reformas de las plazas donde los coches han sido suplantados por terrazas y en algunos casos incluso algún mirador de la villa se ve destrozado por alguna terraza permanente. Pero existe otra Puigcerdá que poco a poco va quedando en el olvido. Puigcerdà es mucho más que el lago o estanque, es más que la torre del campanario, que por cierto, ojalá pronto la podamos ver iluminada como Dios manda, es más que la plaza del ayuntamiento que sin duda posee uno de los mejores miradores de la comarca pero que por desgracia la basura al fondo, en las naves industriales opacan esa belleza.
Tan sólo hay que caminar unos metros, más allá del lago y podemos encontrarnos o reencontrarnos con parte de la villa que vamos olvidando y que quizás muchos vecinos de los más nuevos apenas si conocen, el parque del bosque es uno de ellos, coronado en su parte superior con una larguísima hilera de bancos de piedra que nos devuelven a un pasado mejor, respetuoso con la naturaleza, con una señal de identidad de montaña, como lo es la piedra, cortada rústicamente, como queriendo decirle al futuro que existió un pasado donde las cosas se podían hacer más sencillas pero igual de prácticas e incluso predurables en el tiempo.
Y si bajamos al parque del bosque, semi olvidado pero lleno de paz, de memoria viva, de naturaleza pura, nos encontraremos con mesas y bancos de piedra, en las que apenas si el vandalismo incívico los ha invadido con sus graffitis, bancos y mesas que por su volumen y peso son anti vandálicos y tan o más funcionales que los más modernos. Un lugar donde nos encontramos muy a menudo envueltos en un agradable silencio, quebrado por los cantos de los pájaros o el viento al mover los árboles. Con viejos juegos que para algunos les serán extraños mientras que a otros les traerán muchos recuerdos.
Con unas vistas increibles, pero sobre todo lleno de pasado, de un pasado mejor, donde nos conformabamos con menos y sobre todo, pensado para algo que poco se va perdiendo: la familia.
Cuando volvemos rumbo al centro de la villa seguimos viendo más detalles de los cuales disfrutar, paisajes, casas, imágenes que nos regala la naturaleza y también la mano del hombre.
Con casas y paisajes que nos recuerdan las razones por las cuales Puigcerdà fue creciendo, siendo conocida, parte de un encanto que por fortuna, seguimos contando y podemos disfrutar. Lejos o alejados del ruido y del tráfico, sin tiendas ni bares que nos entretengan o nos distraigan, donde nuestros ojos y nuestros sentidos pueden por unos minutos reencontrarse con la tranquilidad, la belleza, el pasado y en medio, el presente.
Y repasando parte de las imágenes que registré ayer creo que tiempo atrás Puigcerdà fue concebida y pensada para el descanso, para la desconexión, para el reencuentro con la naturaleza. Creo, humildemente que nos hace falta, hoy por hoy y teniendo en cuenta la situación que atravesamos, que volvamos a los orígenes, a esas raices, a esos comienzos.
Con una oferta que resalte esta preciosidad de villa en la que vivimos, en compartir con el mundo esta paz, estas vistas increibles, el que puedan visitarnos por otros motivos que el del turismo del consumismo que hoy está en declive, así como en otras localidades la hostelería ofrece turismo de borracheras, el nuestro puede ofrecer un turismo de relax, de paz, de calma, de naturaleza en estado casi puro.
En una mezcla de pasado señorial e incluso burgues con un presente que sigue respetando el entorno.
Quería compartir algunas imágenes con ustedes. Normalmente no dejan comentarios en el blog, aunque sí lo hacen por privado y lo agradezco. Hoy más que comentarios el pedido es que vean el resto de las imagenes en mi facebook o en la dirección que dejaré en comentarios pues estoy cargando el álbum allí tambien. ¿el propósito? sencillo: buscar esas alternativas y esa motivación que nos está faltando para reimpulsar ese turismo necesario y sobre todo, comenzar a transitar el camino hacia el turismo no estacional tan necesario para nuestra economía.
Por que sigo creyendo que entre todos podemos lograr que Puigcerdà tenga una primavera contínua.
Aquí pueden ver el resto de las fotografías.
https://plus.google.com/photos/103233957620882427885/albums/5730783462777362817
Comentarios
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molt boniques imatges...
Gràcies!