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Cuesta arriba (1)





Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles. - Bertolt Brecht

Toda mi vida llevo luchando, toda, desde mi niñez.

Así que cuando llegué a Catalunya nunca pensé que las cosas serían sencillas, todo lo contrario y así fue, pero año a año he ido superaando esos problemas.

Hubo una época muy difícil, con un enano soberbio que se pensó que podía pisar cabezas sin que nadie le dijera ni reprochara nada, así le fue, algunos dicen que tuve que ver con la humillación que recibió, yo digo que la gente no es tonta.

Y vino entonces lo que pensamos podía ser la oportunidad de hacer cosas, de superar obstáculos, de derribar mitos, de sepultar tópicos, de dar pasos en positivo, de caminar juntos. Y llegaron lo que consideramos novatadas, aún recuerdo a una compañera enfadada por eso, es que no es grato proponer cosas que luego se les da vuelta y se hacen pero no contigo, se hacen con otra gente, lo mismo, sí, pero resulta que las personas que propones no sirven, aunque tengan la suficiente preparación e incluso la titulación y que lo harían de forma altruista, no sirven.

No pasa nada, borron y cuenta nueva, vamos, a mirar adelante, a sumar, eso sí, sin olvidar y aprendiendo de los errores. Con lagunas pues hay que recomenzar, aunque recomenzar cuesta y ya no vas con la misma energía, ya no confías tanto, pues borras y comienzas de cero, pero las heridas quedan, las cicatrices te recuerdan que has retrocedido aunque no querías hacerlo.

Pero la opción es sólo una si quieres alcanzar los objetivos: mirar adelante, volver a apostar. Y lo haces. Con perseverancia como bandera, obstinación, determinación, paciencia, quitas los palos que se le ponen a la rueda y vuelta a empujar el carro, venga que se puede, vamos que es posible.

Y comienzas a poner piedra sobre piedra, convencido que se puede pones ideas nuevamente sobre la mesa, consultas a personas, les contagias entusiasmo, le convences que es posible, le planteas posibilidades.

Pero las ideas quedan otra vez como en la primera, adapatadas a una sola forma de verlas y aplicarlas. Con algunos ingredientes nuevos: aunque de mi parte se busca el diálogo, la forma de al menos encontar la respuesta a esos cambios, el por qué de esa decisión unilateral ( correos electrónicos, mensajes, incluso llamada de telefono) pero desde el otro lado sólo está el silencio.

Buscas el diálogo directo y preguntas. Sale alguna respuesta, como que la prensa a veces publica cosas salidas de contexto, una respuesta aceptable que trasladar a los compañeros y una espera a ver si se produce esa comunicación.

La respuesta llega a través de una entrevista televisiva que no deja lugar a dudas que la unilateradidad es un hecho, que no queda margen para dialogar nada, que las ideas sirven pero aplicadas desde una sola óptica, punto.

Entonces se te queda una cara de tonto..................

Comienzas a plantearte qué puñetas haces perdiendo el tiempo, mientras frente a los compañeros quedas como el gili número 1, el que confió y apostó y los empujó a creer que era posible, que se podía.

Cuesta arriba una vez más. Y entonces dices, NADIE es imprescindible, de todas formas las cosas bien, mal o pésimo, se harán.

Y llegas a una conclusión clara, contundente, no vale la pena, Quijote era y es una utopía, llegas entonces al final del camino, viva el individualismo, viva el verticalismo, nada de vive y deja vivir, no, mejor te metes en la corriente y te dejas llevar por que luchar por mejorar o cambiar no vale la pena, tarde o temprano te aterrizan de un tremendo golpe de realidad.

Así están las cosas. Una recomendación: soñar es gratis, pero no vale la pena, siempre acabas despertandote y entonces ves que algunas cosas no cambian nunca.

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