El pasado 2012 no fué precisamente un buen año para casi nadie.
Me apunto a esa lista infinita de personas que despedimos el 2012 y hacemos del mismo un año para olvidar.
Al menos puedo decir que por lo menos salud y trabajo tengo, así que eso ya hoy en día es mucho. Pero quisiera una pausa en la vida, apretar la tecla de pausa, stop y tomar un respiro.
Un respiro de las decepciones, de amigos que no eran tan amigos o de tanta puñalada trapera, un respiro en mi vida personal la cual atraviesa sin duda alguna su peor etapa, por lejos.
Una pausa con esta señora que llamanos vida, por que tengo la sensación de que estoy llegando al límite mismo de resistencia, aunque dicen que el ser humano tiene una capacidad de resistencia extraordinaria puedo decir que todos tenemos un límite y el mío está en el rojo.
Uno puede aguantar y aceptar una decepción, una desilusión, venga, arriba el ánimo y a luchar por esos sueños, por esas ilusiones, por aquello que crees que vale la pena.
Pero te das una y otra vez contra muros invisibles y estragicamente establecidos, elegantemente puestos, diplómaticamente dispuestos, entonces ya ves que no es literalmente imposible sino humanamente imposible y definitivamente das un paso al costado. Una golondrina no hace verano. Nunca.
Pero si a eso le sumas más cosas entonces ya la mochila pesa tanto que te da por pensar si todas las malas te tocan solo a tí, por que jolines peor no pudo ser el 2012.
Sueños que definitivamente no se podrán materializar. Proyectos que te los puedes guardar en el fondo del baúl, aún cuando los mismos a tan sólo 5 horas de aquí ya sean una realidad incontestable, comprobable y sobre todo, materializados.
Te queda el consuelo que al menos lejos lo que propusistes funciona y toma fuerza y realidad aquel dicho de que nadie es profeta en su tierra. Claro que no es agradable comprobarlo.
Pero quedan más cosas, esas que duelen y que uno lleva solito la procesión por dentro, esas cosas que nunca pensastes que te pasarían, pues allí están, te pasan y duelen, joden, lastiman, corroen, te dejan sin voluntad de nada y delante de tí sólo puedes ver oscuridad en el camino, camino que por cierto se intuye lleno de palos en las ruedas, de cuesta arriba o muy arriba.
Y la vida no te da tregua, no puedes poner una pausa, no puedes parar, no puedes tomarte un respiro. Así comienzo el 2013. Poco o nada espero de este año, pero puestos a pedir pido que al menos sea mejor que el que pasó, a nivel personal sería pedir milagros o casi, pero si que se esmere ya sería mejor por lejos.
No tendré al igual que nadie esa oportunidad de pausa, así que al menos espero tener la suficiente fortaleza para seguir de pie al menos.
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