De mi cosecha personal dentro de otra faceta a la acostumbrada a escribir en este blog.
Este es el tema que esta semana he aportado en el programa UNA DE PIRATAS en FM POSITIVA de Granada.
Integrismo, desde mi cofa lo veo así.
En diciembre del 2008 el entonces presidente francés Nicolás Zarkozy se expresaba así en referencia al fundamentalismo religioso en su país: «No hay sitio en Francia para la poligamia, no hay sitio para la ablación, no hay sitio para el matrimonio forzado, para el velo en las escuelas ni para el odio a Francia. Porque detrás de eso está la ley de la tribu. Y si se vive en Francia, quiero que se respete Francia».
Pero el integrismo no se da solamente en tierras galas sino a lo largo y ancho del orbe, en realidad se da en absolutamente todas las religiones e ideologías: es minoritario, agresivo y fanático en sus convicciones y nace de las mismas fuentes: miseria económica e intelectual.
Pongamos ejemplos de España, donde el fanatismo religioso practicado desde el catolicismo, hasta 1975 la mujer española no podía ni asistir a una reunión de comunidad de vecinos sin el consentimiento de su marido, ni denunciar el maltrato, ya que se justificaba socialmente y solía encontrarse con una sonrisa despectiva en las comisarías, ni abrir una cuenta bancaria siquiera, etc. etc.¿Nos hemos olvidado ya que en muchas iglesias de Italia, Polonia y España las mujeres deben cubrirse para entrar? ¿Por qué una mantilla, el tocado de una monja o un velo son simples prendas de vestir y el pañuelo de una mujer musulmana o el mismo burka son símbolos del más ciego integrismo?
Hace mil años, en Occidente, la mujer era mucho más respetada en las zonas de religión musulmana, Andalucía, por ejemplo, que en las zonas cristianas, donde los integristas católicos de entonces las llevaban a las hogueras, mucho más a las mujeres que a los hombres, por considerarlas fuente del mal, la tentación y el pecado.
Ayer mismo un amigo me preguntaba si el radicalismo es sólo religioso, diría que no, que en definitiva no es otra cosa que creer que se posee la verdad absoluta, para luego sea de forma individual o colectiva, imponerla.
Hace un momento me refería a la miseria económica como uno de los caldos de cultivo del extremismo , eso, sumado a la coyuntura actual, provoca que algunas religiones como el evangelismo, por ejemplo lleguen a condicionar el acceso al poder de algunos políticos, esto se da por ejemplo en Brasil donde, a modo de ejemplo, en San Pablo, concretamente en el barrio de Santo Amaro la Iglesia Universal del Reino de Dios tiene un templo gigantesco, 6000 personas sentadas y 4000 de pie, los domingos, aun con esa capacidad, no cabe un alma cuando celebran misa.
Si nos detenemos a analizar por religiones el radicalismo de cada una podríamos pasar días hablando de ello, al igual que el integrismo político. Y nos encontramos ante un problema a la hora de analizar el integrismo en sí, por que deberíamos ser objetivos y cuidadosos al hablar sobre lo que consideramos integristas, por que al querer elaborar un análisis he caído en la cuenta que podemos sumergirnos en eso que creemos podemos combatir, por que creemos que es nuestro límite, nuestro pensamiento y nuestra idea es la correcta y no la de los demás.
Y para los occidentales algunas costumbres como la poligamia, la ablación o las bodas de niñas con hombres adultos es casi una aberración, algo que no podemos ni considerarlo dentro de nuestra cultura mientras para ellos es algo normal.
Aunque podemos preguntarnos porqué sí se permite la poligamia en America, con los mormones, o el diezmo en los evangélicos, o desde la política el no al aborto, el peligro de creerse dueños de la verdad y desde el poder imponer esa creencia también empuja a una sociedad a caer en manos de un integrismo político- religioso tan o más peligroso que el terrorismo.
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