Mi aporte personal semanal en el programa de radio UNA DE PIRATAS en mi sección La Cofa.
No pensaba colgarlo pues igual hiere la sensibilidad de algunos, pero entonces no sería yo, si siempre puse el pecho a las balas no me voy a poner ahora a esconder o evitar dejar plasmado mi punto de vista. Resumiendo, digo la mía que no es siempre al gusto de todos.
En la madrugada del 12 de octubre de hace ya 521 años, Rodrigo de Triana desde su puesto de vigía en la Pinta gritaba TIERRA A LA VISTA, este hombre jamás imaginó ni fue consciente de que ese grito, ese _” descubrimiento” entre comillas daría lugar a un dramático cambio en la historia de la humanidad.
Para muchos el 12 de octubre será celebrado el Día de la Hispanidad con cariño y respeto pero para muchos países latinoamericanos es un día de luto, de recuerdos de decenas de vidas perdidas , entre los asesinados en nombre de la evangelización y también a causa de las enfermedades que trajeron consigo los colonizadores.
La llegada de los europeos a tierra americana y su posterior conquista fue la savia vital que alimentó su expansión. Estas circunstancias de la historia colocan ese encuentro de civilizaciones en la perspectiva de una relación absoluta y radicalmente desigual; en términos estrictos fue más que un ’encuentro’: fue el sojuzgamiento de una sobre otra. Fue, en principio, una invasión militar, seguida luego de un avasallamiento cultural.
Han pasado 521 años desde aquel grito, y ningún habitante originario del continente americano se siente ’descubierto’. En realidad no hay nada que festejar el 12 de octubre, no hay ’día de la raza’ o ’día de la hispanidad’ que venga a cuento. Hay una historia forjada a sangre y fuego, sigue habiendo una herida abierta, y fundamentalmente hay una deuda no saldada. Por otro lado: ¿qué ’raza’? La historia la escriben los que ganan, por lo que ese encontronazo de civilizaciones fue contado por los vencedores -los españoles, para el caso- en la forma de ’hazaña’, de ’gesta gloriosa’.
Tal vez si le diéramos otro significado al 12 de octubre la cosa sería distinta, porque podríamos utilizar este día (trascendental dentro de la historia de la humanidad) como una jornada de reflexión en la que recordar a las víctimas de la conquista. En lugar del espantoso nombre de “Día de la raza” se lo podría llamar de una manera diferente, conmemorando a los indígenas. O tal vez por qué no, llamar directamente “Día de los aborígenes” al conocido Día de las Américas.
A lo mejor encontraríamos un poco más de razón si en vez de recordar el 12 de octubre como un festejo por la llegada de los españoles a nuestro continente, conmemoráramos el día anterior (11 del mismo mes) como el ÚLTIMO DÍA DE LIBERTAD AMERICANA; una idea que está sonando desde hace ratos entre los intelectuales del continente y constituye una base para una memoria más sólida y más justa.
La historia siguió su curso; la historia oficial, aquella que cuentan los ganadores, intentó borrar esas grandes culturas transformando a sus miembros en ciudadanos de países inventados en estos últimos siglos: los incas pasaron a ser peruanos, los mayas guatemaltecos, los aymarás bolivianos, los aztecas mexicanos, etc. Las tierras saqueadas en la conquista, los recursos robados y enviados a España -que terminaron enriqueciendo a la emergente industria europea-, los miles y miles de vidas de amerindios segadas, la humillación a que se sometió a los pueblos americanos, la postración histórica a la que se les condenó y de la que hoy, como Tercer Mundo, cuesta tanto remontar... ¿se puede resarcir? ¿Quién lo va a pagar? ¿Cómo?
En cambio, hay quienes ni aplauden ante este aniversario, ni lo repudian. América Latina ha sido un continente cuya historia se ha forjado desde el siglo XV a la sombra de las naciones europeas, pero ahora quiere embarcarse en su propio proceso de independencia. Por eso se pide prudencia, sin necesidad de proclamar conclusiones maniqueístas para este día. Como diría el cantautor panameño Rubén Blades, "conmemoro sin celebrar".
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