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El caos del ayuntamiento y una coalición con pocas ideas y mucha opacidad



Puigcerdá salió de la sartén para meterse en las brasas.

Con un alcalde florero y un teniente alcalde que a todas vistas es quien maneja “el cotarro”.

Evidentemente no se llevará adelante la prometida auditoría externa, más que nada porque lo que puede surgir de la misma posiblemente obligaría a la coalición a recurrir a la justicia y entonces Albert Piñeira podría atravesar por problemas muy serios.

Jordi Gassió admitió “un importante desorden” en la anterior gestión municipal, incluso afirmó que parte de lo relacionado con las redes sociales del mismo sufrieron contratiempos al no disponer de las contraseñas para, por ejemplo, transmitir o compartir los plenos.

En la rueda de prensa ofrecida, la imagen ofrecida por el supuesto actual alcalde fue patética, visiblemente nervioso, de la misma manera, evidentemente desinformado acerca de la actualidad y dinámica del gobierno que supuestamente debería presidir.

Una intervención de apenas la tercera para de la rueda de prensa, donde de forma escueta apenas si informó fragmentaria de los primeros 130 días de gobierno, para luego, casi hasta con temor (sabiendo lo que se venía) le cedió la palabra al verdadero director de la coalición, Francesc Armengol.

Armengol sin apenas preámbulos sí que brindó un “casi” detallado informe, omitiendo deliberadamente todas las carencias que tiene este gobierno de coalición y remarcando de forma constante la pésima gestión de su antecesor, Albert Piñeira.

Aunque existen detalles muy interesantes que compartiré con vosotros a través de La Valira, en el correr de los próximos días y que dejan en evidencia la falta de ideas, de compromiso y sobre de empatía hacia sus vecinos.

Lo muy poco hecho hasta ahora por la coalición no es producto de su gestión sino del anterior gobierno, por ejemplo, la limpieza del ex helipuerto, la adquisición de una nueva unidad para Policía Local, o las obras en el antiguo matadero.

Las facturas impagadas que datan incluso del 2020 es solo la punta de iceberg de un gobierno que presidió Albert Piñeira y que, como vine denunciando durante los últimos años.



Armengol puntualizó que “no seremos precisamente un gobierno amable”.

Eso es hacer referencia a la invasión ilegal de espacio público, léase terrazas, que seguramente será más ruido que nueces, dejando todo casi tal cual está y sin dudarlo, perjudicarán a todo aquel que no comulgue con el caciquismo local o que moleste a alguno de los pertenecientes a la caterva que apoya la coalición.

También el verdadero alcalde en funciones, Armengol, dejó claro que el tema seguridad lo tiene muy por encima y que precisamente informado y metido en el tema no está, evitó de forma “elegante” dar detalles sobre el mismo porque no tiene intención inmediata de trabajar realmente en el tema.  Se limitará a aprovechar las cámaras de seguridad privadas y posiblemente en la próxima campaña municipal saldrá con “un plan genial” al respecto.

En materia de brigada municipal es notoria la falta, nuevamente, de empatía y compromiso, al tiempo de falta de ideas para optimizar esa área.   Lo “brillante” en estos primeros 130 días es poner 2 meses antes las luces de navidad.

En cuanto a la futura incorporación de personal (enchufismo elegante en un 80%) esa “fiesta” arroja como resultado, además de un enchufismo evidente, un incremento presupuestal de al menos 350 mil euros al año.

Para culminar, la opacidad se disfraza con “informativos” semanales, el tráfico de influencias, obviando hablar de determinados temas, la inacción poniendo como excusa una paupérrima gestión de Piñeira, la falta de ideas, con la excusa que falta personal para desatascar los presupuestos, basta ver el apartado de transparencia, en definitiva, Puigcerdà pasó de la sartén a las brasas y esto apenas comienza.  Y recuerde lector, que, a lo largo de estos años, no me equivoqué nunca en mis apreciaciones.

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