La carrera hacia un nuevo gobierno municipal ya está en
marcha y los puigcerdaneces tendrán la opción de seguir como hasta hoy, sumido
en el amiguismo, el favoritismo, el revanchismo y los 4 caciques o apostar por
reconstruir una villa en decadencia, apostar por la esperanza.
Armengol, primer candidato que se presentó semanas atrás
representa el continuismo, si bien presenta una lista “transversal”, con algunos
nombres que despiertan simpatías y confianza, no deja de ser eso: continuismo.
En el momento que da las gracias a Piñeira por “el trabajo
echo” está bendiciendo y aprobando una gestión de 3 legislaturas paupérrima,
plagada de promesas incumplidas, 3 legislaturas de creciente decadencia de
Puigcerdà, 3 legislaturas de humo.
Futur per Puigcerdà lleva en su lista algunos ex componentes
de la última lista de Piñeira, en mi país dicen “el perro que muerde la mano
que le da de comer no es de fiar” y llevan razón, alguno de esta lista incluso
tiene empleo y cargo político gracias a Piñeira, pero como ven que el barco se
hunde…lo abandonan, buscando seguir “chupando del bote”.
Sí, es verdad, lleva algunos nombres que ilusionan. Pero el aspirante a capitán, a nivel
personal, le faltan algunos que otros atributos para “caer” simpático o generar
empatía para con su persona. Sí, es un
empresario y en algunos niveles es conocido, pero al menos la primera impresión
al contemplarlo en su presentación…le cuesta (y de momento no lo hace), bajarse
del pedestal.
En resumen: con Armengol cambiamos de perro pero no de
collar, no lo veo “embarrándose los zapatos”, como decimos por el Río de la
Plata, no es hombre de barricada, tiene estructura y la usará, pero…sigo viendo
un Ferrari con motor Fiat.
Serra es el segundo que se presenta en esta carrera a las
municipales. Bueno, poco por decir, una
oposición con las manos atadas, que en algunas ocasiones han intentado golpear
la mesa, pero la mayoría es la mayoría.
Quizás el pecado que le encuentro (desde mi punto de vista),
es el de ir con el perfil demasiado bajo, pero, también es verdad que vivimos
en un pueblo con memoria escasa, conformista y que casi que pasa de todo.
Es verdad que la gente se ha acostumbrado a vivir en una
decadencia que se instaló en el 2011 y claro, entiendo que como todo ha sido paulatinamente
creciente pero apenas notorio, al final se toma como algo normal.
Han luchado contra un gobierno municipal con cara de
cemento, que lo que sí han hecho bien es aumentar en más de 90 mil euros el
gasto de su equipo entre nóminas para 3 regidores y reuniones de gobierno.
Han denunciado la creciente falta de seguridad desde
siempre, recibiendo burlas y sarcasmo por parte de un soberbio Piñeira, han
hecho quizás menos de lo que seguramente quisieran y mucho menos de lo que los
casi mil votantes esperaban de ellos.
Posiblemente el gran error de Serra y ERC Puigcerdà es la
falta de comunicación con su militancia y sus vecinos. Escasa presencia en las redes sociales, una
oposición que sí se apreció en los plenos ordinarios, pero que no se trasladó a
la calle, a los vecinos ni a la calle.
Manel Serra se enfrenta al menos a 3 grandes retos, confeccionar
una lista “fuerte”, un proyecto de gobierno quizás no ambicioso, más bien
austero, pero con un compromiso gigante, que sería la reconstrucción de la
villa, tanto en el mantenimiento, como en la seguridad y el personal de la corporación.
Y el reto quizás más grande que tendrá, siempre desde mi
punto de vista: llegar a ser alcalde sin dejar de ser él mismo. Para algunos la imagen de bonachón y prudente
no les parece bien, para otros le falta personalidad y energía.
Para mí, creo que ni una cosa ni la otra. Piñeira supuestamente se preparó en ciencias
políticas para gobernar, pero resultó ser no solo un pésimo gestor, sino un
excelente vendedor de humo, un decrépito improvisador y un revanchista de
guante blanco.
Serra está en medio del camino entre Armengol y
Piñeira. Vinculado con varias áreas
del pueblo y la comarca con las que se “pica piedra” y se “mama” cada día en la
calle, embarrándose zapatos, compartiendo penas, sueños, esfuerzo y decepciones.
Y tiene ganas, me consta, de cambiar y mejorar las cosas, de
corregir otras. Veremos que dice el
paso del tiempo.
Pero una cosa tengo clara: si me dan a escoger…evidentemente
que algo no quiero. Y lo que no quiero
bajo ninguna circunstancia es continuismo.
Puigcerdà se merece respeto, mimos y pluralidad. Tengo la esperanza de que la gente tenga
un poquito de sentido común y sobre todo memoria, porque si hacemos memoria…sobran
dedos de las manos para contar lo poquito que hizo Piñeira por Puigcerdá en 11
años, bueno, sí, hundir Puigcerdà en la decadencia y la involución.
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